Restos arqueológicos del castro "El Castillejo", en el alto de la sierra del Alba, considerado el mejor ejemplo de castro celtibérico.
Los castros fueron una forma de poblamiento que se desarrolló en el norte de Soria entre los Siglos VI al IV a.C. Son instalaciones fortificadas artificialmente, aunque también utilizan emplazamientos naturales estratégicos a fin de ahorrar en la construcción de obras defensivas.
A mediados del siglo IV a.C. aproximadamente la mitad de éstos son abandonados, mientras el resto continúan habitados, aunque impregnados ya de la cultura celtibérica.
En la actualidad conocemos una treintena: en Yangüas, La Laguna, el Villar de Maya, Vea, Valdeprado, etc.
Se encontraban intercomunicados entre sí, dominando los cursos de los ríos así como las vías de comunicación.
Los emplazamientos son estratégicos, presentándose en lugares de fácil defensa debido a sus óptimas condiciones naturales, con una altitud media de 1200 m. sobre el nivel del mar.
Las dimensiones de los castros son reducidas, siendo su superficie total inferior a una hectárea, erigiendo construcciones defensivas en las zonas que no están protegidas por las condiciones naturales. Así pues, la mayoría de los poblados se fortifican con una única muralla de piedras, protegiendo el flanco más accesible. Estas murallas tendrían unos grosores que oscilan entre 2,5 y 6,5 m., llegando a alcanzar alturas en torno a los 2,5 - 3 m., e incluso 4 - 4,5 metros.
Las puertas eran simples interrupciones en el trazado de la muralla o en uno de los extremos junto a un cortado. La existencia de torreones se documenta por el aumento en los derrumbes en determinadas zonas del trazado de la muralla.
Un elemento característico de los castros son las Piedras hincadas o chevaux-de-frise, es decir, lajas de piedra incrustadas en el suelo para impedir el asalto de la caballería al destrozar las patas a las monturas, sobresaliendo entre 0,30 y 0,60m., en la zona más vulnerable del castro.
A todo este aparato defensivo hay que añadir, en algunos casos, la presencia de un foso entre la muralla y la zona de piedras hincadas que, como en el caso de Castilfrío, era de 9 a 12 metros de anchura y 60 cms. de profundidad.
El urbanismo es el aspecto menos conocido. En principio se supuso que estaba constituida por simples cabañas. Excavaciones más recientes, han dado a conocer diferentes plantas de habitación de mampostería. Estas viviendas presentan plantas rectangulares y algunas circulares.
El castro de "El Castillejo" data Edad del Hierro. En el castro, de planta circular, se puede contemplar restos de las murallas actualmente derrumbadas que alcanzaron 4,5 metros de altura, el foso y, en la zona mas accesible, chevaux-de-frise (siglos VI - IV a.C.), es decir, una barrera de piedras hincadas, alcanzando algunas hasta los 60 centímetros de altura, para desestabilizar al atacante (estas piedras protegieron al poblado por tres de sus lados).
Realizó excavaciones y dio a conocer este yacimiento Blas Taracena, en 1929, e hicieron aportaciones posteriormente P. Harbison (1968), M. Fernandez Miranda (1972) y Fernando Romero Carnicero (1991).
Se cree que este castro, junto con otros cercanos, se aliaron con las tropas romanas para aniquilar el cercano castro Numantino. En el museo Numantino de la cercana ciudad de Soria se encuentran los restos arqueológicos encontrados en las excavaciones.
Se sitúa al noroeste del pueblo, sobre la cumbre de un alto cabezo circular, a 1.400 m de altitud, en la vertiente meridional de la Sierra de Alba. Se trata de un lugar con una imponente posición estratégica, desde el que se domina toda la llanada numantina hasta el Pico Frentes (Sierra de Cabrejas) y el acceso al puerto de Oncala, una de los pasos naturales entre el Alto Duero y la cuenca del Ebro, a través de la zona riojana.
Es uno de los castros más significativos de la provincia, al ser probablemente el más completo, en cuanto a los elementos del sistema defensivo. Ocupa un cabezo circular, en el extremo de un espigón que desciende hacia el sur desde la Sierra de la Calva, línea de cumbres que se une al próximo puerto de Oncala. Su planta es aproximadamente circular, de 130 metros de diámetro y unos 13.000 metros cuadrados de superficie, delimitado por el este y el oeste por profundos barrancos, presentando una potente muralla que defiende tres de sus lados, siendo innecesaria en el cuadrante sudeste, que presenta una pronunciada pendiente.
Para llegar al castro hay que ir camino de la Estepa de San Juan por la carretera, girando a la derecha cuando llegamos al cruce. Una pista permite el acceso en coche hasta unos 350 metros del yacimiento. Tiene cartel explicativo y el acceso es libre.
Existe una ruta, la ruta de los castros, señalizada entre Castilfrío y Gallinero.
Bibliografía:
Los castros sorianos de la Edad del Hierro (Mario Díaz Meléndez)